lunes, 9 de febrero de 2009


EL CULTO A LO BLANCO, un limeño perdido en el primer mundo.

Por: Jeffrey Kihien Palza

Meses atrás un amigo limeño con bastante éxito en los Estados Unidos me invito a un happy hour en un bar cerca de mi oficina en Bethesda, uno de los barrios más lujosos del mundo. Para aclarar happy hour, u hora feliz, se les llama a las promociones que los bares y restaurantes realizan los días de semana después de la cinco de la tarde, para atraer a los yuppies que salen de sus trabajos o que necesitan salir a tomar una copa para regresar a la oficina. En el bar nos encontramos con una pareja de peruanos, el viviendo en el área y ella, ilegal recién llegada de Texas en busca de trabajo. La peruana estaba guapa, limeña del cono norte, mestiza y moderna. Una belleza exótica en los Estados Unidos, una mujer con sangre europea e india. Ella me pregunta de donde eres, y yo le contesto que de Moquegua, ella me responde, estuve allí, es un lindo lugar, y continua, yo pensé que me ibas a decir que eres de Miraflores, San Isidro o Monterrico, porque todos los limeños que he conocido en los Estados Unidos quieren vivir en los zonas “bien” de Lima, y después me entero que son de los Olivos o de San Martín de Porras, así de atorrantes son, termina diciendo.No es la primera vez que escucho un comentario similar sobre mis compatriotas de Lima. Inclusive amigos de otras nacionalidades hicieron comentarios similares, y yo por supuesto que lo he experimentado personalmente. Es que algunos limeños conservan una educación de los años cincuenta, en donde para pertenecer a una clase social tenias que ser necesariamente blanco, vivir en Miraflores y si es posible ostentar un apellido compuesto. Una que otra vez y por casualidad, he coincidido con gente de Lima en alguna fiesta, Washington, DC, es pequeño a pesar de ser bien cosmopolita, y después de intercambiar la información básica, incluyendo nuestros orígenes, el amigo de Lima empieza con su viaje astral, “instruyéndome” sobre los trabajos de su padre, y del tío, y del hermano, todos ellos asociados por generaciones al gobierno a través de algún ministerio, algún consulado y embajada del Perú ( especies de Banco de la Nación), y últimamente a otra institución que el estado peruano ha creado para atender a su clientela. Y por supuesto, entre historia e historia se le escapa la choleada y la tercermundista división de clases utilizando como escala los colegios y universidades que atendieron. Y por supuesto que se sienten sorprendidos y a veces burlados cuando les comento que estudie toda mi vida en colegio público, y atendí una universidad en provincias, y que soy profesional en los Estados Unidos. Soy un provinciano. Y nuevamente empieza con las historias de su colegio en Lima, y de las fiestas en el sur en donde su familia tiene una casa de playa, y los contactos con fulano de tal, y de las inversiones de su familia en algún negocio colosal, indudablemente con intenciones de impresionarme, pero sin embargo lo escucho mas con interés de investigador para tratar de definir un patrón de comportamiento tercermundista, que por placer y real interés. El culto a lo blanco esta presente en lo mas profundo de su psiquis, no quiere ser cholo, no quiere ser mestizo, quiere sentirse blanco en un país de caucásicos, clama que le reconozcan que es limeño y de barrio, colegio y universidad bien, desea que lo respeten por venir de la capital de un pais del tercer mundo, pero desgraciadamente, nunca fue y si fue nadie lo vio.